lunes, 7 de abril de 2014

CONCIERTOS TEMÁTICOS
MÚSICA Y PSICOLOGÍA
De la retórica de los afectos a los temperamentos hipocráticos. Psicología y expresividad en la música antigua.
CAMERATA NUMEN
Obras de Borchgrevinck, Praetorius, Pergolesi, Albinoni, Dowland, Händel y Purcell
Sábado 17 de mayo de 2014
12 horas
Aula Magna. Edificio Altabix

Cinco cabezas grotescas”, dibujo de Leonardo da Vinci

La evolución de la escritura musical no puede mantenerse dentro de los estrechos márgenes de los diferentes elementos técnicos que la constituyen (técnica instrumental, recursos armónicos y contrapuntisticos, etc.). Si bien es cierto que en nuestro país la formación musical ha sido injustamente relegada frente a otras disciplinas, también lo es que en muchas ocasiones esta misma posición marginal ha sido favorecida por los propios profesionales, centrando su actividad en la exhibición de sus facultades técnicas e ignorando que toda obra musical es hija de su tiempo.
La emancipación de la Música, liberándose de las ataduras de su uso dentro de la liturgia o de la danza, no es ajena a las corrientes de pensamiento que se produjeron en la Edad Moderna. Una interpretación no contempla en su totalidad la obra musical si obvia estas influencias.
En este contexto, los compositores introdujeron en su música dimensiones del pensamiento humano que habían sido ignoradas en las etapas anteriores. El ser humano es contemplado en su totalidad, incluyendo sus pasiones, las cuales han de ser explicadas racionalmente. Con todo, resulta paradójico que una forma como la sonata de cuatro tiempos (la sonata da chiesa) que tiene su origen en el ofertorio de la misa, deba relacionarse con una teoría como la de los cuatro temperamentos. Esta vinculación se ilustra fácilmente con las diferentes elementos que integran las obras de este concierto, cuya interpretación no debería en ningún caso realizarse desde el desconocimiento de todos estos elementos extra-musicales que, al fin y al cabo, forman parte del mundo en que estas piezas fueron concebidas.
La coherencia entre las diferentes partes de una suite, concierto o sonata no se limitaba al uso de una misma tonalidad (o “tono vecino”, en alguno de los tiempos intermedios), el compositor debía demostrar que era capaz de explotar en un mismo material musical todos sus recursos expresivos. Esto no era una novedad, como podemos ver en la Pavana de Borchgrevinck, con cuya melodía principal y buena parte del contrapunto Praetorius construye una animada Gallarda. Ambas piezas pertenecen a una recopilación publicada por Philip von Ohr en 1607, en la que cada Pavana va acompañada de su Gallarda, tal y como era habitual en el Renacimiento.
El salto cualitativo que se da en el Barroco coincide con la introducción del pathos en la música instrumental. En este punto la expresión de las pasiones supera el simple reto de contrastar una pausada pavana con una animada gallarda. Al igual que en la evolución que se dio en la escultura desde el periodo clásico griego al alejandrino, con resultados tan expresivos como el grupo escultórico de Lacoonte y sus hijos, en el que a la expresión del ethos (labelleza) se une la del sufrimiento (pathos). En el concierto para flauta de Pergolesi es claramente visible cómo una misma idea musical puede ser una elaborada desde el allegro inicial, para acabar en un ritmo de danza tras un emotivo largo.
Esta capacidad de expresión de las pasiones en el Barroco fue uno de las consecuencias de, mediante el desarrollo de la ópera, la pretensión del resurgimiento de los antiguos logros de la tragedia clásica, pero no es la única forma en que el pensamiento del mundo antiguo influye en el tema que nos ocupa hoy. Tanto Hipócrates como Galeno habían supuesto que la interrelación de los cuatro humores tenía consecuencias sobre la personalidad del individuo. Esta teoría de los cuatro temperamentos, que ocupa una buena parte de la Psicología anterior al siglo XX, se ve reflejada en los cuatro tiempos de la sonata da chiesa. Como podremos ver en las sonatas a 5 de Albinoni, una misma idea musical puede expresar los temperamentos melancólico, colérico, flemático y sanguíneo. A la luz de esta similitud, el oyente contemplará de una manera diferente cómo a la soñadora preparación de un tiempo lento inicial sigue la frenética elaboración del allegro siguiente, la indolente ternura del tercer movimiento o la extrovertida danza que cierra el ciclo.
Además de estas teorías, el estudio de la Retórica influyó en la elaboración de un lenguaje simbólico del que se sirvieron los compositores para expresar los diferentes afectos, problemática que es abordada desde los escritos de Vincenzo Galilei (padre de Galileo) hasta el tratado de tecla de Carl Philipp Emanuel Bach, el cual escribe (como si del moderno Método Stanislawsky se tratara) que un músico “difícilmente podría emocionar sin estar él mismo conmovido”.
Volvemos al Renacimiento para entrar en el detalle de la escritura musical. Las notas largas, con las duras disonancias producidas en los “retardos” son utilizadas por Josquin Desprez en su Deplaration sur la mort d'Ockeghem, sobre la que Susato compuso la Pavana que oiremos en esta ocasión.
Por su parte, la canción Flow my tears, elaborada como pieza instrumental a cinco voces por el mismo autor (Pavana Lacrymae), ha sido descrito como la mejor descripción del llanto de la historia de la música. Es una pieza con clímax expresivos en cada una de sus tres secciones, a los que se llega con notas largas, de nuevo creando disonancias por los retardos, motivos acéfalos (no en vano los franceses llamarían después “soupir” al silencio de corchea) y una melodía que desciende como las lágrimas por las mejillas.
El programa finaliza con dos emotivas arias barrocas: Lascia ch'io pianga, del Rinaldo de Händel, y el Lamento de Dido, del Dido y Eneas de Purcell. En ambas se unen a los recursos retóricos descritos con anterioridad otros nuevos, en los que se da una insuperable unión de música y letra, destacando el basso ostinato sobre el que se construye la melodía que canta la reina Dido antes de su suicidio, consistente en una línea cromática descendente que se repite hasta el final de la pieza.